Sunday, April 09, 2006

Lucia Etxebarriaren artikulu polemikoa


El crítico acrítico

Argumento de una novela: Un periodista ochentón verifica, entristecido, que su potencia sexual ya no es la que era. Cosas de la edad. Llama entonces a su proxeneta de confianza, y le pide que le busque un jovencito al que nadie haya tocado. El cantinflero llama días después: ha localizado a un magrebí, de catorce años, virgen con garantía, cuya paupérrima familia está de acuerdo en vender los favores del chaval. La noche acordada, el chulo le proporciona una droga al chico para favorecer los avances del anciano pero con tan mala fortuna que el pobre , agotado tras una jornada dura - pues aún siendo menor trabaja en una fábrica - se queda tan profundamente dormido como para hacer imposible su desfloración. El viejo permanece toda la noche contemplándolo, extasiado ante su belleza, y cuando vuelve a casa el ochentón lleva tal calentón encima que, ante la visión de la dérriere de su secretario, que está agachado recogiendo unos papeles, no puede contenerse y le viola.

Si este libro se publicara en España, el escándalo sería mayúsculo, del tipo del que le cayó encima a Arthur C Clarke en 1998 , cuando The Mirror le acusó de ser un pedófilo. Pero resulta que cuando sale al mercado un libro con el mismo argumento pero con la sutil diferencia de que el putero es un señor heterosexual y la niña vendida y la criada violada ( analmente, por cierto) dos mujeres, nos encontramos entonces con "una admirable historia de amor " en palabras de la crítica, y con un aluvión de reseñas favorables que se ha desbordado por los suplementos culturales españoles, unánimes en su admiración. (Con la honrada excepción de esta revista) Sí, me estoy refiriendo a la última novela de García Márrquez, Premio Nobel. (Premio Nobel de la Paz fue también Henry Kissinger, responsable directo del golpe de Estado Militar contra Allende y de toda las dictaduras - incluidas las que falsamente se disfrazan de democracias- que campean hoy en América Latina: no es oro todo lo que reluce) .

Y entretanto, mientras todo el mundo se rasga las vestiduras al hablar de páginas de pedofilia en Internet, el Nobel, sus editores y su agente se llenan los bolsillos, y la sociedad bienpensante cierra los ojos al pasar por la calle de la Cruz, por la Montera, o por la casa de Campo, donde muchas menores de edad se ven obligadas a vender su cuerpo para lucrar a las mafias que las explotan, porque vivimos en un mundo plagado de millones de putas tristes que no lo son porque les da la gana, sino, precisamente, porque una cultura perpetuada por la literatura, por los textos escolares, por el cine, por la publicidad, por la tradición, ha enseñado y sigue enseñando a a los varones que la explotación y el maltrato a la mujer no solo son permisibles, sino hasta románticos .

¡ Por favor, es solo ficción!, me dicen muchos. Y aquí es donde se abre el debate. Cito a Florence Thomas: “El lenguaje es el fundamento de la reproducción del poder, un aparato de construcción y de representación de la realidad y por consiguiente de la acción sobre ella por medio de elaboraciones simbólicas. A través de él internalizamos ideas, imágenes, modelos sociales y concepciones del mundo" En cristiano: que de lo que se lee, se aprende, y que la única forma de cambiar la sociedad pasa por intentar transformar los modelos de representación que reproducen las estructuras dominantes.

En un país como Colombia, en el que más de 40.000 menores de edad practican, y no libremente, la prostitución, y la cifra va en aumento¿ no podría haber aprovechado el Premio Nobel la plataforma que le ofrecen su fama y su prestigio para ayudar a luchar contra semejante lacra en lugar de idealizarla y glorificarla? Y cuando los medios españoles protestan unanimemente contra los casos de prostitución infantil de Barcelona ¿ no es hipocresía que nadie, en ninguno de los mal llamados suplementos culturales de los mismos medios, se haya atrevido a alzar el gallo para decir que García Márquez puede escribir mejor o peor, pero que lo que ha escrito se llama apología de la explotación infantil y de la violación, y que como tal debe leerse, y nunca como historia de amor ?

Me dirán ustedes: cualquiera tiene el derecho de hacer literatura sobre lo que le dé la gana. Aceptemos, como base teórica, esa premisa, aunque a mí me parece discutible,como se lo parecería a cualquiera que admita la distinción entre arte comprometido y simple mantelismo, y que crea en un arte que asuma responsabilidades morales con respecto a la sociedad a la que se dirige.

Y sigo: Es de sentido común la certeza de que ningún derecho es absoluto, que los límites de la libertad de expresión son imprecisos, y que la ética no es coactiva. En la Declaración Universal de los Derechos Humanos se afrima que : «Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión" Pero este derecho no prevalece sobre otros. Nuestra Constitución prescribe en su artículo 20.4: «Estas libertades tienen sus límites (...) y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la infancia.»

En cualquier caso es evidente que hay un doble rasero. Si García Márquez escribe sobre pedofilia y violación, hay que respetar su derecho a la libertad de expresión. Pero si Miguel Angel Martin publica un cómic en el que analiza prácticas sexuales "desviadas"entonces la Procura de Cremona secuestra en imprenta la edición italiana de Psychopathia sexualis bajo la acusación de "inducción a la pedofilia", e incluye en el lote la edición italiana del Consejos sexuales de Alvarez Rabo que ni induce a la pedofilia ni a la agresión a la mujer. Otro libro de Alvarez rabo, A las mujeres no les gusta follar, fue retirado de las librerías portuguesas no porque insultase a la dignidad de las mujeres (es un libro pro feminista), sino por escándalo público Obvia decir que el libro de Marquez no ha tenido ningún problema ni en Italia ni en Portugal. ¿ En qué quedamos? ¿Los límites de la libertad de expresión son extensibles según convenga y se alargan para unos y se recortan para otros? ¿ Solo hablamos de pedofilia cuando el menor es varón y si es mujer no importa? ¿ Será quizá que el hecho de que los cómics no se consideren arte por parte de cierta crítica burguesa hace que se aplique diferente rasero ? Y, si habiamos acordado unanimememente que en ficción todo se puede decir, ¿ en qué argumento legal se basaba la justicia italiana? ¿qué es libertad de expresión y qué es derecho de la colectividad?
Vale. Admitamos en hipótesis que sí, que cada cual puede escribir lo que le dé la gana y que si uno escribe una novela en el que el protagonista es un nazi encantador que defiende el genocidio judío, puede hacerlo, dado que todo se puede hacer desde la ficción, y que por eso García Márquez tiene derecho a escribir sobre lo que más le pone. Pero lo que no se puede hacer, desde la crítica, es llamar "historia de amor" a una relación de abuso.

Es decir, a mí me puede gustar o no Miguel Angel Martin, pero ya se me ha advertido que su obra es " incitación a la pedofilia y violencia gratuita". Si luego yo decido comprarla, es mi problema. Nadie me ha dicho que me vaya a encontrar con amor y mucho menos con "sabiduría". Porque nombrar es crear, ya lo decía la Biblia. Y también dirigir, nos lo avisa Steiner: " El simple hecho de nombrar las cosas, de crear palabras, es la manera que tiene el hombre de apropiarse del mundo" y " El idioma fue utilizado para incorporar a su sintaxis lo infernal, usado para destruir lo que de hombre hay en el hombre e instaurar en su conducta lo propio de las bestias" .

Debería estar claro que un crítico literario no es un señor que escribe reseñas en un periódico, sino un autor que evalúa autónomamente el discurso literario como transmisor de concepciones sobre el mundo, y por ende transmisor de poder, y que hace un ejercicio intelectual analítico y responsable. Pero hay ay muchos reseñistas mal llamados críticos que son precisamente acríticos, meros transmisores de datos, datos que ordenan según los requerimientos de un poder que les paga por hacer este trabajo, sin ejercer sobre ellos ningún criterio personal.

Decía Pierre Bourdieu que "El recelo con que la crítica feminista observa los escritos masculinos no carece de fundamento. ( ...) porque el analista, enfrentado a una institución que se encuentra inscrita desde hace milenios en la objetividad de las estructuras sociales y en la subjetividad de las estructuras mentales, suele emplear como instrumentos de conocimiento categorías de percepción y pensamiento que debiera abordar como objetos de conocimiento " Resumiendo: qué triste y qué peligroso que ciertos críticos acríticos vivan con orejeras simbólicas que limitan su campo de visión, porque responden a estructuras en las que nunca se desafía el concepto de autoridad.

Lucia Extebarria

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